Recordando la historia

«Sic transit gloria mundi…»

Que difícil nos resultaría tratar de imaginar cómo fue aquella Granada antigua, de la post-reconquista, llevada a cabo por las huestes de los Reyes Católicos, donde sus límites geográficos no excedieron del actual Arco de Elvira, la calle Alhóndiga, Puerta de Bibataubín y cerrándose por el sur con la actual plaza del Humilladero.

Y digo difícil, porque aquella Granada de entonces donde el río Dauro quedaba abierto en todo su recorrido urbano (casi tal cual discurre hoy por el subsuelo de nuestra capital), daba a aquella Granada de entonces un sentido limitado de recogimiento, acantonada dentro de sus exiguos límites y marcada por aquellos barrios tan significativos, dirigidos desde sus parroquias, que en cierto modo recogían el sentir y el sufrir de todos los eventos ciudadanos. Me gustaría que con un poco de esfuerzo imaginativo cerráramos los ojos y nos transportáramos a aquellas épocas del s. XVI; que olvidáramos por un instante el bullicio actual propios del tráfico, comercio, gente y demás barullos, para centrarnos en aquella quietud relativa tan distinta a la de hoy sin tanto avance tecnológico. Imaginemos cómo era aquello Granada, sus calles a medio enlosar (sólo las principales), las demás con su polvareda lógica y donde la actual Puerta Real dejaba abierto un amplio e interminable arabial que finalizaba con la confluencia de ambos ríos: Xenil y Dauro, cerca del Humilladero.

Casi allí, en «Las Tinajerías» y sobre el año 1501, existía una ermita que se llamaba de Santa Úrsula, donde se veneraba una imagen de Ntra. Señora de los Dolores y que se representaba en actitud arrodillada con sus manos cerradas sobre el pecho donde a su vez se clavaban siete pequeñas espadas. Pero no es mi deseo narrar lo que tan extraordinariamente bien dejó plasmado en su libro «La Virgen de las Angustias, Patrona de Granada», el Dr. José Gutiérrez Galdó; lo que únicamente deseo es imaginar ¿cómo pudo acontecer, el que pudiera haber sido el primer desfile procesional de nuestra actual Patrona?

  Habrá, por tanto, que partir de aquella primitiva talla escultural esculpida por don Gaspar Becerra, allá por el año 1568 y que quizás por los múltiples avatares del destino, alguien deseó que se trasladara a la futura parroquia que el Rey don Felipe II, en Real Cédula fechada en el año 1569, ordenara fuera construida en el mismo sitio y lugar donde hay se encuentra la Basílica de la Virgen de las Angustias, finalizándose aproximadamente en 1633.

Llegado el momento, pudo ser una hermosa mañana de mayo de 1678, donde puestos de acuerdo las diferentes personalidades de la ciudad, decidieran vestir para tal evento aquella bella dolorosa, que acoplándole a su hijo en su regazo se enaltecería su expresión de dolor, tal cual figuraba en variadas pinturas de épocas anteriores.

Se confeccionó una especie de trono, para que elevada pudiera ser mejor vista de lejos. Granada estaba sorprendida, sus habitantes estaban acostumbrados a celebrar sólo el patronazgo que a San Cecilio se le rendía, pero aquello era nuevo, vistoso, floral, entusiasta, como el inicio de una devoción mañana adormecida, necesitada; millones de pétalos de variadas flores regaron el suelo a su paso por todo el recorrido (costumbre por cierto hoy desaparecida en nuestra capital, sólo algunas que otras suelen caerá su paso); todas las iglesias hicieron sonar sus campanas en un múltiple y confundido sonido, ya que el desfile procesional transcurriría y su imagen transportada por sus fieles voluntarios, dando origen al actual Cuerpo de Caballeros Horquilleros y que hoy tenemos el honor y privilegio de continuar desde aquel lejano inicio.

Miles de granadinos llegados de todos los rincones de la provincia, así como, insignes observadores casuales como Alonso del Castillo; Pedro Bocanegra; Pedro de Mena; José de Mora; Risueño; Cáceres y Sotomayor, etc, que presenciaron lo que pudo llamarse «Hermandad de Procesión y Disciplina», distribuyéndose en ocho estaciones correspondientes en aquel largo recorrido de jornada entera por las variadas calles, puentes y barrios de nuestra capital. Ya han pasado varios siglos desde aquel significativo día, tiempo que ha transcurrido para ir finalizando el templo que hoy conocemos e ir transformando aquella primitiva imagen, adecuándole un vestuario conveniente y a propósito. Después llegaría el patronazgo de la ciudad en «Vox Populi, Vox Dei», compartido con San Cecilio, concedido por el Pontífice León XIII, el 5 de mayo de 1887; la Coronación en 1913 y así infinidad de eventos y sucesos que han ido realzando año tras año la que hoy preside y representa a Granada en toda significación mañana. 

¿Pudo acontecer más o menos así? Quién sabe. Como casi todo, el tiempo se encarga siempre de borrar o tergiversar hasta los acontecimientos más solemnes (son tantos los observadores de distintas tendencias y religiones). Conformémonos en este sueño histórico, sólo con pensar que nuestra veterana Patrona, la Virgen de las Angustias ha presenciado tantas vivencias en nuestra bella capital, que sólo la fe de sus ciudadanos daría con la clave auténtica de sus verdaderos inicios.

Rafael Talavera Lasala
Caballero Barquillero 

Historia y Devoción – Numero 6 – Año 1999

 

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