Tú no dejaste de hablar

Vivo desde hace 30 años en esa lengua sin nombre y ese barrio apellido que sale al Camino de Ronda y al costado del Genil. A los 30 años, te oigo a diario, te oigo a cada hora, te oigo en cada instante. A estos 30 años por vez primera, no hay que esperar a la mañana, bien de mañana de un domingo, para oírte. Lengua de bronce, himno de metal. ¡Oigo tus mensajes, Angustias! Y al fin, después de 30 años, nada te impide hacer lo que llevabas haciendo siglos. Decir con tu lenguaje de metal que Reinas hay una, cortesanas muchas. 30 años y un virus, ha de traerme la señal de la devoción, la imagen imborrable de la fe de los abuelos de mis abuelos. Tú Angustias, suenas en el silencio de una ciudad que se ha escondido de todo menos de Ti, que encuentra el modo perfecto de abrirse camino cuando más lo necesitamos.

Te oigo Angustias, porque como llevas haciendo en estos 475 años que relata tu historia devocional, no esperas en tu Casa a que te veamos… SALES EN NUESTRA BÚSQUEDA. Y he necesitado que el ruido de los míos, 30 años después, se calle, para escuchar la voz cantarina que no ha dejado de hablar todos estos siglos, en la Carrera de los granadinos. ¡Te oigo, Angustias, más que nunca, cuando más lo necesito! Pero claro, es la historia de siempre: cuando más te hemos necesitado, TÚ NO DEJASTE DE HABLAR.

DRJM.

 

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