Hipólito LlanesEl próximo viernes, día 21, termina el plazo para la entrega de las obras del XV Concurso de Pintura Hipólito Llanes, premio instituido por la Hermandad en reconocimiento y recuerdo al admirado artista granadino que nos dejó en 2006. Sin duda, uno de los hermanos más queridos y el pintor que mejor ha plasmado en sus cuadros la imagen de la Santísima Virgen de las Angustias. La Patrona fue su musa más especial, como lo fue también en su corazón Antonia Sánchez Cárdenas, el amor de su vida y su compañera durante casi cincuenta años. Se dice que detrás de un gran hombre, hay siempre una gran mujer y, por eso, quien mejor que ella para acercarnos a la figura de este genial artista.

Para usted y para sus hijos, María José, Raquel, Hipólito y Marian, ¿qué representa que el premio de pintura, del que sale el cartel de la Ofrenda Floral, lleve el nombre de Hipólito Llanes?

Es un orgullo muy grande para nosotros que su nombre siga presente porque él ha sido el pintor de la Virgen, como lo reconoce todo el mundo.

¿Cómo era Hipólito como hombre y como artista?

Alguien muy querido y respetado. Como artista era lo más porque nació artista y ya pintaba desde pequeño. Lo dijo en una ocasión en una entrevista. El artista nace, no se hace, y nunca se acaba de aprender. Pintar era lo que más le ha gustado hacer en la vida porque lo llevaba en la sangre y en el corazón. Cuando pintaba a la Virgen de las Angustias, decía que Ella lo iluminaba. Y la primera que pintó, en la que Ella sale con su palio, es la que tiene ahora mi hijo Hipólito. Era una bellísima persona, un hombre bueno, educado, todo un caballero, buen padre y mejor marido.

Ese primer cuadro marca un antes y un después en la Hermandad en 1992. ¿De quién surge la idea del cartel de la ofrenda floral?

La idea fue de Hipólito. Hasta este momento no se había hecho nada igual. Por aquel entonces estaba la Junta de Gobierno de Salvador Montoro de Damas y el cartel lo patrocinaba Caja Granada. Recuerdo que cuando se presentó por vez primera en la Basílica aquello fue un bombazo por lo que gustó el cuadro. Y así fue siempre cada año. La iglesia se llenaba en cada presentación y volaban los carteles entre la gente por lo preciosos que han sido todos. Estoy muy agradecida a esa Junta de Gobierno y a las que han seguido por mantener el cartel y el nombre de Hipólito.

Junto a la Virgen usted ha sido su otra gran musa. ¿Cuándo empieza esa historia de amor?

Él lo tenía muy claro cuando me conoció. Yo tenía sólo trece años y el me llevaba casi ocho. Nos conocimos en una fiesta de Nochevieja en el Albaicín en la que acompañaba a mi hermana mayor. Era una fiesta de amigos, en una casa particular en la que todos íbamos disfrazados. Según él, ahí llegó el flechazo, aunque yo tardé un poco más. Pasado el tiempo formalizamos nuestra relación y nos casamos en la Virgen un 27 de octubre, cuando yo tenía veintiún años. Mi boda fue inolvidable, en un día precioso con la iglesia a tope.

Esa boda ¿les unió aún más a Ella desde entonces?

Ya estábamos muy unidos a Ella e íbamos juntos a misa todos los domingos. Tenía muy claro que me quería casar en la Virgen y eso que yo vivía en el Albaicín. Incluso, don Miguel Peinado, que era el párroco de El Salvador se enfadó porque siendo del barrio tuve que pedir el permiso allí. Hemos estado muchos años en la Virgen, mi hijo es horquillero y todos mis nietos pertenecen también a la Hermandad.

La Santísima Virgen de las Angustias y, en especial, las facciones de su rostro no son especialmente fáciles a la hora de reproducirlas en un lienzo, pero Hipólito logró hacerlo hasta en quince ocasiones con una exquisitez y un realismo admirables. También con unos fondos maravillosos. ¿Cuál era su secreto?

Nadie ha pintado la Virgen como él y para que la cara saliera tan perfecta, como la hacia él, la Virgen tenía que iluminarlo. Había que verlo cada vez que se ponía delante de un cuadro. Se levantaba a las seis de la mañana para pintar y se quedaba mirando a la Virgen entre trazo y trazo. No sé lo que este hombre tenía en sus manos. Sólo hay que ver también la perfección del manto y del encaje de la Virgen. Eso no lo hace nadie.

La trayectoria de Hipólito no se reduce exclusivamente a la Hermandad de las Angustias y a la Virgen, sino que se plasma igualmente en las obras que realiza para otras hermandades y en cuadros de temática no religiosa, que le han valido premios y muchos reconocimientos ¿Cuáles destacaría?

Todas porque es como el que tiene hijos. ¿Cuál vas a destacar? Hipólito pintó toda su vida y comenzó siendo pintor paisajista, de bodegones. Hacía de todo hasta que comenzó a pintar imágenes. Te mencionaría obras como la de Fray Leopoldo, el Cristo de San Cecilio, el cartel de la coronación de Santa María de la Alhambra, el de la Lanzada, el Rescate, el de los Favores y la Esperanza Macarena de Sevilla. Esta última fue por encargo de un muchacho de Almuñecar y es también una maravilla. Reconocimientos ha tenido muchos, hasta de los niños de la ofrenda floral de la Virgen en 2002 por ser el artista que con sus maravillosas manos ha sabido plasmar en sus obras la grandeza de la Virgen. Destacaría la Medalla de Oro de la Agrupación de Cofradías en Jaén por el mejor cartel andaluz de la Semana Santa del 92, como gran divulgador de la Semana Santa granadina, el Nazareno de Plata en 2001, el nombramiento de Diputado Sacramental por la Hermandad de los Favores en 2000 y el de Hermano Mayor Honorario en 2001 y el nombramiento de Hermano Oficial Honorario por la Hermandad de la Virgen de las Angustias en 2002.  Era muy generoso y le gustaba mucho colaborar con la Confederación y con todas las hermandades. Incluso les hacía el Libro de Venias que se presenta en tribuna. A Hipólito le han dedicado, además, dos calles en Granada por el cariño que sentía hacia ella y por pintar siempre la ciudad y sus pueblos en los paisajes. Una la tiene en la cuesta del Chapiz, muy cerca de donde Hipólito y yo nos conocimos, y la otra está en Bellavista, un barrio de Cájar.

Como acaba de decirnos, la Hermandad de los Favores ha sido también muy importante en sus vidas.

Sí y durante dos años fuimos hermanos sacramentales de Los Favores. Hipólito estuvo muy involucrado desde pequeño en esa hermandad porque uno de los fundadores fue su padre.

Para cualquier granadino el Vía Crucis, el sonido del cornetín a las tres de la tarde de un Viernes Santo, en el Campo del Príncipe, y la oración de las cinco llagas ante el Señor de los Favores son momentos que siempre nos emocionan y sobrecogen a todos, aunque en su caso están unidos a un recuerdo muy especial junto a Hipólito.  

Hipólito nunca faltó a esa oración. En 2002 tuvo una caída por unas escaleras, en la que se golpeó la cabeza y se le originaron dos coágulos. No se los detectaron, incomprensiblemente, hasta dos meses después de muchas visitas a urgencias y hubo que operarlo corriendo en Traumatología, donde estuvo tres meses y medio y empezaron a ponerle la diálisis. Allí nos pilló la Semana Santa. Hipólito se quedó sin habla en aquellos días por el daño que tenía y como a muchos enfermos les dieron el alta en esas fechas nos quedamos solos en la habitación. Puse la tele el Viernes Santo e Hipólito podía ver desde su cama todos los rezos. Se le caían las lágrimas. Me puse de rodillas y lo único que le pedía al Señor es que se pusiera bien. Cuando iban a terminar las oraciones del arzobispo, don Javier, Hipólito me llamó y me pidió que le diera agua. Para mí fue un milagro que recuperara el habla. Desde esa caída y hasta que murió en 2006 todo fue una lucha porque no pudieron trasplantarlo de riñón, a causa de todas estas complicaciones.

¿Continuó pintando a la Virgen hasta el final?

Hipólito LlanesSi. Hasta que él pudo. Creo muchísimo en Dios y en la Virgen de las Angustias y pese a ese sufrimiento fuimos saliendo adelante con su ayuda. Hemos sido siempre un matrimonio feliz con cuatro hijos maravillosos, respetuosos y educados. Su padre estaba muy orgulloso de ellos, como ellos lo están de su padre. Incluso el recuerdo de Hipólito está muy presente en sus nietos por todo lo que han escuchado hablar de él.

¿Alguno de los hijos o nietos ha heredado la vena artística?

La mayor de mis hijos, María José. Tiene también unas manos muy bonitas y ayudaba a su padre muchas veces a hacer las grecas de los pergaminos, pero no coge un pincel porque no quiere. Y a una de mis nietas mellizas, María, hija de Hipólito, le gusta muchísimo la pintura pero es chica todavía para saber si es su heredera.

Además de esa ayuda de Dios y de la Virgen, usted ha sabido salir adelante siempre porque es una mujer con mucha personalidad y carácter ¿me equivoco?

Tengo mi carácter, pero es un carácter bueno, y el que me conoce bien lo sabe. Soy muy directa, me gusta ir con la verdad por delante y decir las cosas a la cara. Nunca traicionaría a nadie. Soy buena amiga y compañera y hago todo lo que puedo y está en mis manos.

Estar desde hace bastantes años en la Junta Directiva del cuerpo de hermanas cofrades, como sub-prefecta de cultos ¿le ha ayudado a encontrar otra familia dentro de la Hermandad?

Hipólito LlanesSí, y me ha compensado de muchas cosas porque me da la vida esos momentos que pasamos juntos todos los hermanos. Yo os quiero muchísimo a todas mis compañeras, como he querido también a las antiguas y a mis decanas, en especial a Mari Carmen González y Carmen Muñoz, la actual, que es muy buena con todas nosotras. Pero es lógico que tenga más confianza en unas que en otras y con Isabel Justicia, nuestra secretaria de ahora, es con la que tengo más afinidad porque somos dos personas muy parecidas en casi todo. Otra persona muy especial ha sido el anterior Hermano Mayor, Paco Salazar. No se me olvida que fue él quien estuvo a mi lado el día que murió Hipólito, el 24 de junio. Había ido a casa a darle la comunión, pero Hipólito se puso muy mal y Paco, junto a mi hijo, fue quien me ayudó para que la ambulancia se lo llevara al hospital. Muy agradecida también a don Francisco. Celebró dos o tres misas en casa cuando Hipólito estaba ya mal y eso le animaba y le daba mucha fuerza. Cuando murió nos acompañó en el cementerio a mis hijos y a mí, fue el quien celebró la misa allí y el funeral en la Basílica dos días después.

Otra etapa muy dura para usted fue la del confinamiento. No sólo la vive en soledad sino que sufre además la pérdida de su hermano Manolo, sin poder despedirse de él. Pese a la dureza de esa situación y de ese duelo ¿sintió la cercanía de la hermandad, además de la de su familia, aunque fuera a través del móvil?

Hipólito LlanesSi. Recuerdo el contacto con la Hermandad y con nuestro grupo de Junta, sobre todo en el mes de mayo en el que todos los días rezábamos juntas y pedíamos por alguna necesidad en concreto. Tras ponerme la segunda vacuna estoy deseando ir de nuevo a la Virgen y que sea lo que Dios quiera. Volvernos a ver todos porque yo soy feliz allí, los martes y los viernes en la oficina, en cualquier celebración, charla o acto. He pasado mucho miedo y aún no se me ha quitado pero ese miedo tiene que ir saliendo poco a poco. Todo esto nos ha afectado mucho a todos.

Tiene la suerte de estar al lado de la Virgen en la Basílica pero ¿se siente acompañada por Ella y por Hipólito cuando la ve en sus obras?

Si. Todos los momentos al lado de la Virgen son buenos. Cuando he ido a pedirle y cuando he ido a darle gracias por cualquier cosa. Y por las noches, también le rezo en mi habitación para que podamos salir adelante todos y no haya más parados porque el mundo se mueve con el trabajo. Y lo que se está viendo con las colas de la gente pidiendo comida es muy duro. No hay derecho. De Hipólito me acuerdo día y noche, porque está constantemente presente. Aunque se haya ido, son sesenta años juntos. Hasta sueño con él algunas veces, hablo con él de nuestros hijos y cuando surge algún problema le digo “Llanes, tu que tienes al Señor al lado, pídeselo a Él”. Todavía me cuesta mucho entrar a la habitación donde el pintaba.

Por María Dolores Martínez

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