Esta luminosa jornada, uno de los días del calendario cristiano que relucen más que el sol, marca el inicio del Triduo Pascual. Sólo desde el cenáculo cobra pleno sentido la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Y justamente en la noche en que iba a ser entregado para cumplir los designios del Padre, Jesús instituye la Eucaristía (Mt 26, 26-27).
Los cristianos se acercan anhelantes a la mesa del Señor (“No podemos caminar con hambre bajo el sol”), sabiendo que sólo allí serán saciados. En esa mesa Cristo pregona la saciedad del alma junto a la del cuerpo. El Jueves Santo la Iglesia se hace samaritana. Así lo pregona el Lavatorio de los pies por el sacerdote, a imitación de Jesús como signo de hospitalidad y regeneración, y la dimensión caritativa y solidaria de este Día del Amor Fraterno. La colecta de hoy nos recuerda la obligación de compartir los bienes materiales dispensados por Dios para la Humanidad entera, dando pleno sentido al Mandato del Amor (Jn 13, 34-35).
La Iglesia “lava” los pies del peregrino. Su actitud sólo puede ser de acogida y de servicio. La Iglesia es fraternidad.
Tú también tienes tu sitio aquí. El Santuario es un lugar santo porque atesora la experiencia continua de la manifestación de la gracia de Dios, el espacio que te acepta a ti y a los demás.
El peregrino adora también a Jesús Sacramentado, ese “huésped escondido” en el Monumento. Es el corazón mismo de la Iglesia, donde se ejerce la experiencia de la gratuidad.
Ni tú ni nadie es entonces invisible para Dios.
Jueves Santo
a las 19 h.:
Misa vespertina de la Cena del Señor
retransmitida por Radio Granada (103.4 FM)
