Viernes Santo

Nuestro canto proclama este día: “¡Oh, cruz, tú nos salvarás!” A la hora de nona, el mundo ha quedado como detenido. Y la liturgia de la tarde comienza en medio de un profundo silencio, el mismo con el que acabó el Vía Crucis rezado en este día, compartiendo con el mismo Jesucristo las estaciones del sufrimiento y del dolor.

La conmemoración de la muerte de Jesús se hace sin celebración eucarística, como expresión de la Humanidad oprimida y penitente. La liturgia de este día proclama la Pasión y Muerte de Cristo, implora al Padre por las necesidades de la Humanidad entera y adora el árbol de la Cruz que nos trajo la redención. Sólo al final se distribuye sencillamente la comunión.

Junto a la cruz se recorta hoy la silueta de María. Acaba de perder a su Hijo, ajusticiado como un malhechor, y paradójicamente acaba de recibir a los hombres como sus hijos, en la nueva Humanidad que es la Iglesia. El Santuario refuerza el alcance de su ternura. Este es lugar de apertura, de encuentro, de acogida. ¿Quién lo iba a decir de un Gólgota tan desolado?

María y la cruz acentúan nuestro sentido de pertenencia; el yo individual se diluye en la comunidad de los seguidores de Cristo; que en eso consiste también la catolicidad de la Iglesia.

Lo finito del hombre peregrino confluye con lo infinito de Dios, padre y creador. Porque Cristo se abajó hasta lo ínfimo de nuestra condición y ha muerto por ti y por mí.

Viernes Santo
a las 18 h.:
Celebración de la Pasión del Señor
retransmitida por Radio Granada (103.4 FM)
desde la Basílica de Ntra. Sra. de las Angustias

 

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