Hola amigos,
Quiero contaros la experiencia que yo he sacado de esta Semana Santa de confinamiento que hemos tenido por culpa de un maldito bicho que nos tiene a todos amenazados con hacernos una visita.
Durante todo el año las personas hacemos planes, cómo hacer frente a todos los gastos que ocasiona una familia, las vacaciones, los fines de semana con los amigos, con quién vamos a dejar los niños para irnos una noche de cena, a disfrutar un poco, que para eso estamos trabajando…
Los que viven solos también tienen sus problemas, no creamos que a esas personas les cae todo por la chimenea, tienen que tener su trabajo para hacer frente a sus gastos y sus necesidades.
Los abuelos también hacen sus planes, que lleguen los fines de semana, las fiestas y las vacaciones, para descansar de ese ajetreo de nietos que tienen durante el curso, porque tienen que echarles una mano a los hijos que están trabajando y son ellos los que se encargan de los nietos. No son todos, pero sí muchos, ya que los hijos trabajan para poder hacer frente a los gastos que nos hemos ido creando en esta sociedad hasta un alto nivel como hemos llegado a vivir.
Hemos estado viviendo quizás algunas veces por encima de nuestras posibilidades y teníamos que hacer horas extras para poder llegar a todo.
De esta manera hemos vivido todos, pero yo me pregunto: ¿cómo hemos vivido los que nos llamamos cristianos?
Estamos una mayoría metidos en comunidades, hermandades, cofradías y otros solo son colaboradores en las parroquias.
Estamos durante todo el año preparando la fiesta de nuestros Titulares, fiestas Patronales y Semana Santa, y tantas actividades como tienen las Parroquias.
Empezamos con reuniones para ver lo que vamos a comprar, cómo lo vamos a financiar, cómo podemos hacer para sacar dinero con rifas, loterías, quién nos puede dar algún donativo, en fin para tener dinero para todos los gastos que ocasiona una fiesta, poner un Titular en la calle.
A mí me encanta ver esa cantidad de enseres y ajuares que tienen las imágenes de la Virgen y de Cristo bajo la advocación que cada uno tiene; esos pasos que valen un capital, eso es un tesoro que tiene la Iglesia y gracias a eso viven muchas personas que trabajan como artesanos para que esas cosas puedan lucirlas las imágenes.
Esto no es una crítica, porque yo soy una persona de las que está metida en ese mundo y lo he visto hasta el día de hoy como normal.
Ha llegado el 2020 y una Semana Santa jamás vivida, en la que he tenido tiempo de hacerme tantas preguntas por culpa de un encierro, que teniendo de todo no hemos necesitado nada, solo la comida y las cosas imprescindibles para sobrevivir.
Los trajes que han quedado colgados en los armarios, los enseres de las hermandades en las vitrinas, las ropas en los cajones, y hemos tenido que aguantar a los niños que nos calienten la cabeza y entretenerlos lo mejor posible, en fin, vivir en familia que eso se estaba perdiendo un poquito.
La pena de todo esto es que con este encierro se han perdido muchos puestos de trabajo muchas personas se han encontrado con las puertas de los trabajos cerradas y con el sobre de la paga de final de mes vacío; cuántos frutos de temporada se están perdiendo por no poder recolectarlos, cuántas flores preparadas para esta semana se han estropeado…, podía seguir enumerando tantas cosas que se han perdido y que tanto mal están causando en nuestra sociedad.
La Semana Santa se ha celebrado, aunque las puertas de las iglesias hayan estado cerradas, porque la Iglesia estaba en cada casa donde se quisiera celebrar, gracias a las nuevas tecnologías y el Señor ha muerto y ha resucitado para bien nuestro y de todos los hermanos.
Yo me he estado preguntando estos días muchas cosas de cómo he vivido mi vida. En muchas he acertado en mi modo de vivir, pero de lo que Cristo me pide no sé si llevaré algo en las manos cuando me presente ante Dios.
¿Cómo es mi vida como cristiana?
¿Cómo he reaccionado yo cuando he visto una miseria a mi alrededor?
¿Cómo he actuado yo cuando he tenido una crítica en mi contra?
¿Cómo he mirado al hermano que me ha tendido la mano pidiendo perdón porque me ha ofendido?
¿Cómo soy de compasiva con los demás?
Estas respuestas me las voy contestando poco a poco, es difícil verse la viga en el ojo y reconocer que nos equivocamos muchas veces y que nunca estamos preparados para mirar al Señor cara a cara como él nos mira a nosotros.
Ver a muchas personas pidiendo por la calle se ha hecho costumbre y nos han timado muchas veces. Esto ha hecho no creernos a la gente que pide. Hay personas que abusan de las instituciones de caridad que hay en las Parroquias y eso nos hace ser muy desconfiados, pero hay muchas personas que necesitan muchas cosas porque a las casas llegan malas rachas y por vergüenza no piden.
Pienso que de un tiempo a esta parte todo se nos ha ido de las manos, nos critican a los cristianos porque no damos el ejemplo que debiéramos. Creo que esto ha sido un antes y un después, tenemos que cambiar y saber que para vivir como Cristo predicó, no necesitamos tantas cosas superficiales, y dejar de pensar tanto en nosotros y un poco más en los demás.
Esto es la humilde opinión de una persona que ha pasado una Semana Santa sola con mucho tiempo para pensar y darle muchas vueltas a la cabeza.
Cristo murió por nosotros y si queremos parecernos algo a Él tenemos que cambiar mucho. Esto no se arregla con ir a misa a diario y rezar mucho, aunque ayuda. Tenemos que hacer como los Apóstoles, dar ejemplo.
Que la Virgen nuestra Madre nos ilumine.
