Saluda del Hermano Mayor

1 de septiembre. Granada estrena el mes que le dedica por completo a la Virgen.

Vibraremos de nuevo en torno a nuestra Madre, la piropearemos y le confiaremos nuestras inquietudes. Estrenamos un septiembre distinto, extraño, como si naciera incompleto. Nos faltará la ofrenda floral y la procesión patronal. ¡Casi nada!

Y, sin embargo, estamos viviendo una oportunidad de oro para cimentar una vida de hermandad más profunda, más intensa, más samaritana.

Por eso, una ofrenda solidaria –animo a toda Granada a participar en ella– sustituirá a los ramos de flores en la fachada de la Basílica. Por eso, una tarjeta de salida solidaria –animo a toda la Hermandad a retirarla– será el recuerdo de una procesión interior que no pudo pisar la calle.

Ciertamente es la hora de ejercer la caridad con mayúsculas. Nuestro compromiso principal es ese. Nos sentimos orgullosos de nuestros voluntarios y deseamos reforzar esta labor que no ha cerrado ni en las peores semanas del confinamiento. “Al atardecer de la vida nos examinarán del amor”, nos recuerda sabiamente San Juan de la Cruz.

Lo que hemos vivido, lo que estamos viviendo, demanda una reflexión personal y también comunitaria. En absoluto somos insensibles al dolor –la Virgen de las Angustias es nuestro paradigma– y por eso las heridas de todo tipo derivadas de esta pandemia deben están muy presentes. Cada uno elabora sus propias respuestas. Y la Hermandad lo hace en nombre de todos: la prioridad es el amor, la opción por el más necesitado.

Celebraremos, Dios mediante, nuestra singular Novena y nuestros Cultos, ese cordón umbilical con la sociedad granadina, a través de asociaciones, corporaciones e instituciones, en toda su riqueza y variedad. Y lo haremos bajo las medidas sanitarias del momento.

A los miembros de la Hermandad que participen en estos cultos les pido tres actitudes: espíritu de animación, transmitiendo a todos el gozo de la Buena Noticia, sin caer en la nostalgia o la desgana; buen hacer en lo pequeño, porque todo cuenta a los ojos de Dios y cualquiera de nuestros actos es una parte que remite al todo, y sentimiento vicarial, comunión que nos otorga la viva presencia de aquellos que no pueden asistir en persona.

Como ves, estas tres actitudes refuerzan el sentimiento de hermandad, que bien lo necesitamos en estos tiempos.

Sólo así septiembre cobrará un sentido nuevo, pese a la adversidad, porque sus 30 días, sus 720 horas, seguirán siendo íntegramente para Ella.

¡Viva la Virgen de las Angustias!

Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz

 

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