Fábula del Elefante

Atravesamos momentos difíciles, pero la vida sigue inexorablemente, el tiempo no entiende de virus. Este bicho está poniendo a prueba nuestra resistencia, nuestra paciencia, nuestra capacidad de obediencia, pero está poniendo aprueba sobre todo nuestra solidaridad, nuestro amor al prójimo, nuestra lealtad. Está sacando lo mejor de nosotros, pero al mismo tiempo nos hace ver nuestra debilidad, nuestra nimiedad, nuestra pequeñez, fijarse si somos insignificantes que esta cosa microscópica ha domeñado nuestra voluntad, ha quebrantado nuestras vidas, hace aflorar nuestros miedos, nuestro egoísmo, nuestros sentimientos más oscuros y miserables. Pero también hace aflorar la grandeza, la compasión, el amor, la esperanza, te has parado a pensar en qué lado estás?, te has parado a pensar si haces todo lo que Dios espera de ti? En ambos lados hay creyentes y no creyentes que luchan con valentía por sus hermanos o que se inhiben por miedo o insolidaridad. Hay insensatos que culpan a Dios, otros que la Iglesia no está haciendo nada, situaciones como esta ponen a prueba nuestra Fe, nuestra capacidad de amar, pero sobre todo ponen a prueba nuestras diferencias con los animales, comportémonos como humanos, el sálvese quien pueda no es una opción.

De pequeño mi padre me contaba cuentos a ver si el niño se dormía porque a veces parecía que tenía azogue y me viene uno a la memoria de un elefante que creía ser poderoso, invencible, pastaba orgulloso en medio de la sabana, su manada le rendía pleitesía y obediencia, los demás animales le respetaban y temían. Pero un día cuando más tranquilo y confiado estaba nuestro paquidermo al acercarse a una charca y revolver al agua, un insignificante mosquito enfadado por el atropello se coló en su oído, el imponente animal intentaba con su vasta trompa matar al insignificante bicho que ya se había introducido en lo más profundo de su oído, el elefante impotente no podía utilizar sus imponentes defensas contra el molesto bichito, cabeceaba y se golpeaba con la trompa, movía las orejas sin resultado y barritaba sin cesar, los picores y los ruidos le atormentaban y no le dejaban descansar, el bichito no le daba tregua, hasta que al final por el cansancio y los golpes sucumbió.

Como decía antes la capacidad de amar, la razón y la inteligencia superior nos diferencian de los pobres animales, si nuestro elefante hubiera podido quedarse en casa o apaciblemente debajo de un árbol y hubiera tenido insecticida se habría salvado. Tomemos ejemplo de esta fábula, quedémonos en casa y adoptemos las medidas de seguridad que los expertos aconsejan y no nos pasará nada. Pero hay muchas personas que no lo pueden cumplir por su responsabilidad hacia los demás, roguemos a nuestra querida Virgen de las Angustias que los proteja e interceda por los que ya se han contagiado para que puedan sanar con prontitud. Como dije antes el “sálvese quien pueda” no debe ser una opción entre los cristianos (ni entre los demás), debemos colaborar responsablemente no solo con el necesario encierro sobre todo para no contaminar ni estorbar a los héroes que se la están jugando por nosotros, pero además hemos de pensar que las necesidades de los más desfavorecidos han aumentado y desgraciadamente van a empeorar su débil estado y agravar su situación, por lo que quiero hacer una llamada a la colaboración de nuestra Obra Social, que como sabéis no está ni puede estar en cuarentena, las necesidades elementales siguen existiendo a pesar del maldito bicho, por lo que ahora más que nunca necesitamos la ayuda de todos, ser sensibles y compasivos también nos diferencia de lo animales, como sabéis existe una cuenta en la que podéis aportar vuestra colaboracióna la Obra Social de Ntra. Sra. De las Angustias, si no la conocéis, ponerse en contacto con la Hermandad o mejor que se coloque en la web.

Que Dios y nuestra querida Virgen de las Angustias os acompañe y os proteja.

Adolfo Torres Izquierdo

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