Juan Pablo II, el Santo Papa polaco

En abril de 2005 fallecía el papa Juan Pablo II, Karol Wojtyla, en medio de un populoso clamor de santidad. El 1 de mayo de 2011, hace justamente nueve años, fue solemnemente beatificado. Y en un proceso record la ceremonia de su canonización tuvo lugar 27 de abril de 2014, aunque el decreto de canonización se firmó en julio de 2013, cuando Granada conmemoraba el centenario de la Coronación Canónica de nuestra Madre y Señora de las Angustias.

Las fechas pueden resultar caprichosas, pero debajo de ellas subyacen vínculos profundos y nadie duda del nuevo aire que imprimió a la Iglesia este santo papa polaco, de lo aclamado que fue siempre por el pueblo creyente y por buena parte de la humanidad, en especial en sus intensos viajes pastorales por los cinco continentes. Y uno de esos viajes lo trajo hasta Granada.

Fue el 5 de noviembre de 1982, día memorable que congregó en las calles de Granada a unas 200.000 personas y muchísimas más en el recinto habilitado para la Eucaristía en Almanjáyar. Había expectación para ver al papa en su recorrido, que por las calles de la ciudad hizo a bordo de un autobús de línea de Alsina Graells, ubicado en el sillón del copiloto, pues en el camino desde el aeropuerto se estropeó su vehículo especial, el “papamóvil” que comenzó a usar poco tiempo antes, cuando quedó restablecido de las heridas causadas por el atentado que sufrió el 13 de mayo de 1981 en la plaza de San Pedro del Vaticano.

Esta visita a Granada, la primera de un papa, se inscribía en su primer viaje pastoral a España, que tuvo lugar entre el 31 de octubre y el 9 de noviembre de aquel 1982. Aquel viernes día 5 el Santo Padre se dirigió a la Basílica de Nuestra Señora de las Angustias, el único templo que visitó en Granada. Llegó hasta ella por el Camino de Ronda, la calle Recogidas, Acera del Darro y Carrera del Genil (de la Virgen).

Desde su paseo central una alfombra roja marcaba el camino hasta el interior de la Basílica; el venerado arzobispo don José Méndez Asensio le acompañaba, mientras a la puerta del templo aguardaba la corporación municipal y diversas autoridades. A la salida el alcalde, don Antonio Jara, le entregó el escudo de oro de la ciudad y la comitiva, con el autobús como foco de atención, continuó su camino por pleno centro de Granada hasta llegar a la explanada donde le esperaba una auténtica multitud para asistir a la celebración.

Treinta y cinco años más tarde, justamente el 5 noviembre de 2017, en el marco de la clausura del VII Congreso Nacional de Hermandades y Cofradías de Nuestra Señora de las Angustias, el trono de nuestra Patrona, al regresar de la Catedral, se detuvo ante la puerta del patio contiguo a la Basílica, mientras allí se bendecía el busto de San Juan Pablo II, realizado por Raúl Abad y costeado por la Hermandad, para conmemorar su presencia ante la Patrona de Granada, y que es venerado asiduamente por los fieles que visitan la Basílica. Justo homenaje a quien pilotó con acierto la nave de la Iglesia, bajo la amorosa protección de la Virgen María, que era el centro de su propio escudo papal: “Totus tuus, Maria, ego sum”.

Pasadas las seis de la tarde de ese memorable 5 de noviembre de 1982 en el interior del templo, adornado con flores rosa, le esperaba sobre una alfombra el reclinatorio donde se postró apenas unos minutos. José Gutiérrez Galdó nos deja una detallada descripción de sus gestos ante el altar mayor de la Virgen:

“Levantó su dulce mirada hacia la Virgen. Se hincó de rodillas, volvió a mirar a la Madre, juntó sus manos cruzando sus dedos y elevándolas por delante de sus ojos hasta taparlos, los cerró mientras ponía los dedos pulgares en sus sienes y dentro de un impresionante recogimiento, oró. Fueron unos minutos tensos, de emoción y reflexión, de intimidad con la Virgen, en los que mantenía la cabeza profundamente inclinada, en actitud de veneración y respeto. Varias veces miró a los lados, como si esperara o buscara alguna indicación de quienes le acompañaban; pero siguió orando en silencio, mientras en el templo, resonaban suaves los dulces sones musicales de la Salve Regina”.

No sabemos el contenido de su alabanza, petición o acción de gracias, pero sí sabemos que su oración se unió en aquel preciso instante a la de miles y miles de granadinos, que ayer, hoy y mañana se postran con el mismo respeto ante la Virgen de las Angustias.

El Hermano Mayor

 

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