En la tarde noche del bendito último domingo de septiembre, un nutrido grupo de pequeños, nuestros muy queridos acólitos, asistieron a la procesión de nuestra Madre.
Incombustibles, los chavales permanecieron en sus puestos hasta el final con una compostura digna de tener en cuenta, dando ejemplo a muchos mayores. Cuando os veíamos anoche a las puertas de la Basílica con vuestra caras cansadas e ilusionadas, veamos el futuro. Veíamos a los que un día serán el Hermano Mayor o los Decanos, Conciliarios o Compromisarios. La Hermandad es vuestra.
Sois magníficos, dais alegría y ejemplo a nuestras filas, a nuestra Hermandad.
Que la Virgen de las Angustias os proteja siempre bajo su manto.